�� “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos.”
Marcos 12:31
�� “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a s
mismo, y tome su cruz, y sígame.” — Mateo 16:24
Introducción:
Hoy se habla mucho de amor propio, de cuidarse, de priorizarse. A la vez, la Biblia nos llama
a negarnos a nosotros mismos, a morir al yo, a cargar la cruz. ¿Es esto una contradicción? ¿O
hay un equilibrio santo entre ambas verdades?
Este tema busca reconciliar dos ideas que, a primera vista, parecen opuestas: el amor propio
y el sacrificio cristiano. A través de la Palabra, entenderemos cómo cuidarnos sin caer en el
egoísmo, y cómo entregarnos sin anularnos.
1️⃣ El amor propio bíblico es raíz del amor al prójimo
Jesús dijo en Marcos 12:31: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Esto implica que el
amor hacia los demás nace de un sano amor propio. Dios no nos llama a odiarnos, a
descuidarnos ni a despreciarnos. Nos llama a entender nuestro valor como hijos suyos,
creados a Su imagen.
El verdadero amor propio no es vanidad ni orgullo; es reconocer que fuimos redimidos con
sangre, que somos templo del Espíritu y que nuestra vida tiene propósito. Desde ese lugar,
podemos amar bien a otros.
2️⃣ Negarse a uno mismo no es autodestruirse, es rendirse a Cristo
Mateo 16:24 nos confronta con una verdad profunda: seguir a Cristo implica negarse a uno
mismo. Pero esa negación no es rechazo del valor personal, sino de los deseos egoístas, del
orgullo, del control. Es decirle no al yo que quiere gobernar, y sí al Rey que transforma.
Negarse a uno mismo no significa dejar de cuidarse o vivir con culpa. Significa entregar el
control de nuestra vida al Señor. Es amar tanto a Dios que estamos dispuestos a rendir todo,
incluso nuestros planes, emociones y comodidades.
3️⃣ Equilibrio: cuidarte para servir, rendirte para florecer
La Biblia nos enseña a cuidar el cuerpo, renovar la mente, y guardar el corazón. Todo eso
forma parte de un sano amor propio que nos posiciona para servir mejor, amar con más
fuerza, y vivir con propósito.
Negarte a ti mismo y cuidar tu alma no son opuestos. Son dos caras del mismo llamado: ser
discípulos sanos, conscientes de su valor, pero rendidos por completo a la voluntad del
Padre.
�� Conclusión:
El amor propio sin Cristo se vuelve egoísmo. El negarse a uno mismo sin identidad se vuelve
autoabandono.
Pero cuando amas a Dios primero, puedes amarte a ti mismo con gratitud y humildad, y
rendirte con gozo al llamado de Cristo. Ese es el equilibrio bíblico que transforma
corazones, sana vidas y edifica relaciones.
Hoy más que nunca, necesitamos creyentes que no se amen con vanidad ni se nieguen con
culpa, sino que vivan en el centro del propósito eterno: amar, servir y seguir a Cristo con
todo lo que son.
�� Hashtags sugeridos para compartir:
AmorPropioBíblico #Mateo16 #Marcos12 #NegarseASíMismo #EquilibrioEspiritual
CristianosConIdentidad

Deja un comentario