Versículo clave:

> “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.”
(Salmo 51:10)

 Reflexión

David, el hombre conforme al corazón de Dios, fue ungido rey, mató gigantes, escribió salmos que hasta hoy sanan almas… pero también fue un hombre que cargó con heridas profundas en su interior.

Desde joven conoció el rechazo de su familia. Cuando Samuel vino a ungir rey, su propio padre ni siquiera lo presentó; lo dejaron en el campo cuidando ovejas, como si no tuviera valor. ¿Te imaginas lo que pudo haber sentido su corazón? ¿Cuántas veces cargamos con heridas similares, sintiéndonos poco importantes para quienes deberían amarnos.

David no escondía su dolor ni maquillaba sus fallas. Derramaba su alma rota en la presencia del Señor. Por eso escribió palabras tan sinceras como: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.” (Salmo 51:3).

 Llamado reflexivo

¿Y tú? ¿Qué heridas guardas silenciosamente en tu alma? ¿Qué dolor del pasado sigues permitiendo que defina tu presente?

No ignores tus heridas ni las maquilles con una sonrisa forzada. Ven a los pies del Maestro. Allí, las heridas del alma encuentran propósito, y tus lágrimas pueden ser el inicio de una nueva historia escrita por el señor para ti.

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