Reflexión

¿Cuántas veces has sentido que defraudaste a personas que te amaron sinceramente?
Tal vez tus palabras, tus decisiones o hasta tus silencios lastimaron corazones que confiaron en ti.
Hoy Dios quiere recordarte algo profundo: somos seres imperfectos, en proceso, necesitados de Su gracia cada día.

La Palabra dice:

> “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron…”
(Romanos 3:10-12)

Ningún ser humano es perfecto. Nadie está exento de fallar. Quizá tú decepcionaste a alguien. Quizá otros te fallaron a ti.
¿Sabes? Dios usa incluso esas heridas para enseñarnos que solo Él es perfecto. Que no debemos poner toda nuestra expectativa en el hombre, porque somos barro, frágil y quebradizo.

Permiteme un humilde consejo:

Si has defraudado a otros, pide perdón humildemente. Si otros te defraudaron, pide a Dios un corazón sano que comprenda que somos vasijas de barro.
Que este proceso no te endurezca, sino que te vuelva más dependiente de Jesus.

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